Que contar de este
fin de semana que se antoja como poco demencial. Pongámonos en
antecedentes, Agustín mi maravilloso ex; con el cual compartí 4
años de idas y venidas, de miedos, y de un amor como poco
destructivo; me decidió ser infiel una vez más en torno a noviembre,
a finales de esa fecha conocí a dos personas, Fermín, con él
mantuve una relación tan breve como apasionada, cuestión de un par
de semanas, el otro es Carlos, una persona maravillosa, pero que yo,
por azares del destino, de mi propia naturaleza radical, y porque
vive a una enorme distancia de mi, nunca llegué a ver en persona.
El fin de semana
comienza con un viernes tranquilo, tomando un café, en la cafetería
en la que trabaja Fermín, entre él y yo siempre ha habido química
y un deseo inconfesable de el uno por el otro por temas sin resolver,
la cuestión es que hablamos de salir de fiesta el sábado. Ese mismo
día Fermín nos dice que no sale, el resto del grupo decidimos
salir, la noche transcurre entre alcohol y tonteos con un chico
llamado Rafa, tanto él como yo siempre nos buscamos las cosquillas,
pero nunca llegó a ocurrir nada, y esa noche fue un ejemplo de ello,
cuando yo lo buscaba, él marchaba, pero si lo ignoraba, él me
buscaba a mi.
Aquella noche era
una noche especial, gozábamos de una enorme luna llena, un eclipse
lunar, y un cometa que atravesaba el cielo nocturno, la santísima
trinidad sideral (me gusta mucho esta palabra tan en desuso) guardaba
el firmamento. Cansado de mis, como cantaba Joaquín Sabina, “amores
baratos de un rato” decidí pedir como deseo a estos astros, que
llegase a mi, el amor de mi vida.
Llegamos a un local
que visitamos asiduamente, bailamos, bebemos, reímos, y de pronto,
me encuentro, bailando junto a mi a Carlos, mas guapo y atractivo de
lo que las fotos y las vídeo llamadas dejaban ver. En tan solo un
instante, en lo que dura un parpadeo, todo mi deseo fue suyo.
Mi mente dudaba en
si hablarle o no, decido armarme de valor y hacerlo. Le saludo por su
nombre, me devuelve el saludo, y le pregunto si viene conmigo a
hablar fuera, él dice que no. Dado que mi actitud hacia él, tiempo
atrás, no había sido nada buena, lo entendí. Me alejo de el,
pasaron 5, quizás 10 segundos, pero para mi fue una eternidad, una
vida vivida en ese tiempo, hasta que el me agarró del brazo y me
llevó fuera a hablar.
Hablamos brevemente,
pusimos pequeños puntos sobre las íes, y al poco nos estábamos
besando en el pasillo de las discotecas que lleva al reservado donde
mantener relaciones sexuales. Le digo si viene a la pista a bailar
conmigo, y me dice que no puede, que su suegro trabaja en ese local,
le pregunto si tiene novio, y me dice que es algo que esta en su
final, que llevan semanas sin hablarse, mi siguiente pregunta es que
quien es su suegro, y me dice que es Gabriel, el único camarero con
el que me llevo bien de ese local, ¡Horror!, alguien a quien casi
podría llamar amigo.
La noche transcurre
entre cubatas, sexo en el reservado, los celos de Rafa por perder su
ocasión y hacerlo todo a escondidas para que no nos vea Gabriel.
Acabamos desayunando juntos entre sus amigos y los míos. Los dos
amigos que me acompañaban aquella noche, acaban teniendo su momento
de pasión con los dos amigos que acompañaban a Carlos. Fue un
desayuno tranquilo hasta que Gabriel atravesó la puerta de la
cafetería en la que desayunamos y nos vio. Sin mediar palabra se
marcho tan rápido como entró.
Decidimos quedar
todos al día siguiente para tomar algo a la noche. Aunque para eso
tendréis que esperar hasta la segunda parte.